Trece 1
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13 noches

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Descripción del producto

2.006. Nuba Records. Guitarra flamenca, percusión, palmas, bajo, taconeos.
“Demostrado está que la guitarra y el flamenco van con él. El currículo de Pepe Justicia lo demuestra. Lo más destacable de este tocaor es que busca armonías y timbres nuevos. Y lo mejor es que lo consigue sin despegarse de su centro, el flamenco. Actualmente dentro de este fascinante mundo, aunque parezca mentira, continúa siendo arriesgado hacer nuevas propuestas y no ser excluído. Pepe Justicia es fiel a las palmas, pero innovador, y muy meticuloso en cuanto a la percusión. Cinco percusionistas le ayudan en este caso: Pablo Martín, Luis de Periquín, Antonio de Jerez, Herve Cappoen y David Stauffacher. Trece noches es un trabajo completo y exquisito que sale de su propio estudio: él mismo ha sido su productor y eso se nota en el cuidado que le ha dado a cada tema. Nada más y nada menos que trece piezas componen el disco, casi una hora de buena música. No hay voz en ninguna de ellas, su guitarra es la que canta con dosis de virtuosismo, intimismo, dulzura y fuerza. Lo arropan los bajos de Manolo Nieto y Herve Cappoen, la batería de Peter Yttergren, el piano de Lance Quinn, la trompeta de Bernhard Münchbach y los taconeos de Ana María Blanco. Sin embargo, en la seguiriya Cuando se acaba, en la taranta Los días solitarios, en la soleá Como un soneto y en la balada Un adiós lejano él solo se sirve y se basta. Completan el disco unos tangos, unas bulerías, unas alegrías, dos rumbas, una sevillana, una soleá por bulerías, un tanguillo bulería y el invento de una bossa rumba. El fuego de los jaleos de El Bo, ya todo un clásico, acaba de redondear este gran trabajo.” // Arantxa D.A.

 

Trece noches
Pepe Justicia
Karonte (2006)
Autor : Carlos Ledermann

Después de “Solo Agua” el guitarrista jienense Pepe Justicia nos presenta su segundo trabajo titulado “13 Noches”. Se trata de un disco particularmente extenso si pensamos que habitualmente los discos de guitarra no suelen sobrepasar en la actualidad los 8 temas.

No se ha fijado en eso Pepe Justicia y ha hecho lo que sintió que tenía que hacer. Se tomó su tiempo, hizo todo con mucha calma y lo que logró solo se va a entender cuando se escuche detenidamente este disco que ojala reciba todos los premios de la crítica porque se los merece, por mucho que su nombre no sea mundialmente conocido, factor que suele jugar en contra del mérito real y a favor de recargar de flores aquello que no siempre era tan bueno.
El trabajo comienza con el tango “Amantes”, de sonido cálido y atractiva movilidad, donde Pepe Justicia muestra una guitarra inquieta, no carente de algunos acentos que recuerdan a Paco de Lucía, cosa tan difícil de evitar, por lo demás. El toque es técnicamente correcto y la redacción de estos tangos es esencialmente melódica, respaldada por una interesante base rítmica que cambia de timbre e intención varias veces a través del tema. Un excelente comienzo.
En la segunda pista viene “Calor de Pasión”, un tanguillo bulería consistente en una alternancia de fraseos en ambos estilos. Se trata de un tema más bien corto pero de variados timbres y texturas que lo hacen muy entretenido y lleno de sorpresas y donde Pepe Justicia se acompaña a sí mismo con toda naturalidad. Los cortes y las progresiones son entremezclados con motivos de sorprendente belleza.
“Estrépito” es el título de la primera rumba de las que hay en el disco. Este tema suena cálidamente, con aires centroamericanos y algo de olor a ron. Las percusiones, especialmente las congas, consolidan ese aire bailable y movedizo que caracteriza a este estilo. Musicalmente no es un tema muy variado, pero a decir verdad tampoco lo necesita para alegrarle el rato al oyente.
La seguirya “Cuando se Acaba” tiene un comienzo verdaderamente sorprendente y un tratamiento muy particular, con la sexta rebajada a la usanza de muchos actualmente, para darle mayor profundidad a la guitarra en el acorde de tónica del modo dorio. La variedad de figuras rítmicas que utiliza Pepe Justicia en este tema da cuenta de una imaginación fértil pero siempre flamenca, por los cuatro costados. Los bordones son los reyes en esta seguiriya -como en tantas, si no en todas- y la expresividad que exhiben aquí es asombrosa y cautivante especialmente por lo impredecible del fraseo. De verdad, una seguiriya fantástica, tal vez de lo más original que hemos escuchado en mucho tiempo.
La bulería “Reflejo” es otro hallazgo en este, un disco que parece estar lleno de ellos. Construida siempre sobre la base de que la melodía es la columna vertebral de toda música, cada falseta es una cajita de sorpresas que genera una expectante ansiedad por conocer la siguiente. Se suceden los diálogos de primas y bordonas en un alucinado ir y venir por el diapasón. El final es de abundante instrumentación, la guitarra se dobla con acierto y el compás reina sin contrapeso. Excelente tema.
En la sexta pista, en “Cuestión de Piel”, nos encontramos con un hibridaje inédito: bossa rumba. Nos queda la duda de cuál será la parte bossa de este tema, que en todo caso suena abierta y claramente a rumba, así, a secas. Interesante la superposición de melodías que se advierte en el desarrollo. La cosa pareciera ir más que nada por el lado de las acentuaciones de la batería y algún pasaje de tratamiento acordal. La participación del bajo es muy lucida. Luego la trompeta no aclara mayormente nada, aunque aporta un color refrescante y algo tropical, pero no necesariamente carioca. Ante la duda, nos abstenemos de mayores comentarios, aunque el tema en sí mismo es muy grato de escuchar y no solo una vez.
“Los Días Solitarios” es el título de una taranta de estupenda factura e indiscutible belleza, que rara vez se aventura muy lejos en los agudos, acaso manteniendo de ese modo el color oscuro propio de este estilo minero. El virtuosismo, al que estos fandangos levantinos dan lugar habitualmente en el toque, no parece ser ni de lejos algo importante para Pepe Justicia en este tema. Más bien se le percibe preocupado de decir cosas y lo consigue de manera clara y magistral. Esta taranta tiene un peso especial, una atmósfera algo densa, pero nunca pierde el norte ni se va por las ramas de lo frívolo a tratar demostrar nada: su carácter reposado no lo necesita ni lo admite. Un acierto de principio a fin.

En compás de soleá por bulería llega este “Ritmo de Ilusión” enérgico, con los tacones de Ana María Blanco otorgándole un vigor particular. Otra joyita en esta sorprendente y bien iluminada vitrina, este tema de timbre más bien ronco, tampoco renuncia ni por un segundo a la melodía como eje central. No estamos hablando necesariamente de líneas melódicas que tú podrías silbar en la ducha, no, de eso no se trata, sino de pequeños módulos melódicos de gran definición y atractivo contraste, diseñados con buen gusto y siempre bien resueltos. Para escucharla como solo los guitarristas saben hacer.
“La Gringa” se titula la última rumba, ubicada en la novena pista. Aquí Pepe Justicia da la impresión de estar improvisando con acierto más que ejecutando patrones pre compuestos, aunque ciertas frases están evidentemente fijadas de antemano. De pronto la guitarra queda sola con las percusiones y los jaleos y juguetea, atrevida y alegre, con algunas intervenciones cortas del bajo eléctrico sin renunciar a algún alardecillo de técnica que, después de todo, a estas alturas de tan estupendo disco, Pepe tiene todo el derecho a darse el gusto de hacer. Y lo hace muy bien.
No podía faltar en este notable recital el toque por alegrías y llega con el título de “Fuego Frío”. Con aire despreocupado y festivo pero con una originalidad arrolladora en el tratamiento rítmico de una especie de estribillo que aparece y reaparece varias veces durante el tema y sobre el que hace diversas variaciones, pareciera que toda la pieza se baza en este motivo melódico encantador y pegajoso, que nos sorprendemos tarareando en otros momentos. Nos hace pensar en un despertar a mediodía, con algo de resaca, pero contentos. Unas alegrías para comérselas…con vista al mar.
Con ritmo de sevillana, que no con estructura de tal, aparece “Contraste”. Se trata de un tema complejo, impredecible, de colores variados, de atmósferas cambiantes y luminosidades sorprendentes que no se va por lo fácil. Ya la introducción advierte que esto va a ser diferente, pero no se queda solo en eso: hay un rasgo intelectual de compleja decodificación en este compás ternario que las percusiones llenan de misterio y sabor. Interesante.
A estas alturas de la audición de este disco, la expectativa es enorme y se espera la pista siguiente con ilusión. Y es así que aparece la soleá “Como un Soneto”, llena de colores y matices, de una gran fuerza y siempre musical, siempre flamenca, con un desarrollo motívico y armónico que no se va nunca de las cuestiones esenciales del estilo. Cada falseta está hilvanada desde la estética más encastada posible y destila tradición pero desde una óptica muy imaginativa. No siendo muy extensa, es una soleá rotunda y completa.
Y llegamos al final con una “balada”, que hoy ya casi es un nuevo palo del flamenco, hay que decirlo, porque antes a estos temas que no están encasillados en ningún estilo se les denominaba “fantasía”, pero luego empezó a aparecer este término que parece que llegó para quedarse. “Un Adiós Lejano” es el título de esta “balada” que en todo caso es de una movilidad poco parecida a lo que hoy lleva esa denominación. Doblada la guitarra, el juego es entretenido, floreado, bien entramado sobre una cama armónica atractiva y de expresión vigorosa.
Digamos, para finalizar que estas “13 Noches” de Pepe Justicia debe ser lo más parecido que hemos escuchado a ese disco que estábamos esperando desde hace varios años: música siempre flamenca, sin ese coqueteo tantas veces algo snob con el jazz y con armonías intrincadas y resoluciones a veces erráticas que aparecen cuando no hay una instrucción musical acorde con lo que se pretende hacer, porque con el puro instinto nunca ha sido suficiente. Aquí, nos encontramos con una sustancia musical de gran solera y de una belleza, más que sorprendente, alucinante.

Pepe Justicia no pretende demostrar nada y sin embargo demuestra algo que no debiera olvidarse nunca: el flamenco es música y se puede hacer esta música con un enfoque absolutamente actualizado sin necesidad de pedir prestado nada a nadie y sin transgredir nada simplemente por el gusto de hacerlo y parecer moderno pero de un modo las más de las veces cosmético.

En “13 Noches” no hay una sola voz, y eso también merece análisis, porque casi todos los trabajos de guitarra flamenca de la última década y media la incluyen. Este solo hecho marca ya una diferencia que es bueno tener en cuenta porque no cabe duda de que Pepe Justicia sabe acompañar el cante y muy bien, pero en este caso ha renunciado a que el cante acompañe a la guitarra para entregarnos, desde su guitarra, lo mucho que tenía guardado para decirnos y todo esto se agradece.

En síntesis, uno de los discos de flamenco más bellos y completos que hemos escuchado.

Fantástico, Pepe.

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PEPE JUSTICIA. TRECE NOCHES ( Karonte, Nuba Records, 2006).

Producido por el propio Pepe Justicia y grabado en Jerez, acaba de aparecer en el mercado el sexto disco de este guitarrista jienense afincado en Jerez, de cuya discografía hemos ido informando a nuestros lectores a medida de su aparición, últimamente con la reseña de “Solo agua” grabado en 2002, también en el sello Karonte (ver El Olivo nº 108, octubre 2002). Pepe Justicia vuelve a confirmar su dedicación plena a la guitarra flamenca de concierto y a la composición. Nada menos que trece temas conforman las “Trece noches” de un nuevo trabajo impregnado de sensualidad. La guitarra es ya una vieja compañera que acaricia con la suavidad y tacto del que conoce ahora con la experiencia todos sus recovecos. Si los títulos inciden en el aspecto erótico que desprende “Trece noches”, musicalmente su técnica ha dejado de ser agresiva para sugerir a media voz unas composiciones que no dejan por ello de ser flamencas. Si está arropado en algunas temas por otros instrumentos como el bajo, la batería, el piano o la trompeta, lo es siempre de una forma discreta que no desvirtúa, sino al contrario, que realza el protagonismo de la guitarra flamenca. Y una vez más Pepe Justicia consigue tener voz propia y un estilo personal por el empaste del sonido de dos guitarras dialogantes. Quizá la bossa rumba “Cuestión de piel” y el zapateado a modo de balada “Un adios lejanos” sean lo más ilustrativo de esta capacidad de fundir dos guitarras en una.
Sigue por otra parte asimilando lo que exploran otros colegas y lo trae a su propia expresión nítida y sensual. Afortunadamente vemos que Paco de Lucía va dejando de ser una de sus fuentes, aunque su influencia asoma de vez en cuando, como en el tanguillo-bulería “Calor de pasión” que evoca irremediablemente el tema Zyryab, o en la soleá “Como un soneto” que recuerda “La villa vieja” del disco “Luzía”. Curioso el guiño que hace al Viejín y a la escuela de Caño Roto en los tangos “Amantes”, hasta tal punto que casi escuchamos a la Montse entonando en sus estribillos. Gerardo Núñez tampoco deja indiferente a Pepe Justicia y la soleá por bulerías “Ritmo de ilusión” tendrá un brío y cadencia rítmica parecidos a los de la ya clásica bulería por soleá que Gerardo grabó en el disco “Jazzpaña II”. Esta influencia indirecta se aprecia también en la utilización de nuevas afinaciones, como en la seguiriya “Cuando se acaba” y por una inclinación parecida hacia el jazz latino vía rumbas como en los temas “Estrépito” o “La Gringa”.
Las bulerías “Reflejos” y la sorprendente sevillana “Contraste” completan un disco particularmente logrado, transparente y muy legible en su estructura, a pesar de utilizar el material armónico, melódico y rítmico de la guitarra flamenca contemporánea. Y aquí reside creo el mayor acierto de las composiciones de Pepe Justicia. Él sabe hacer inteligible y atractivo como pocos el discurso actual de la guitarra flamenca. Todo tiene coherencia y su fraseo fluye de modo natural, sea cual sea la forma. Tiene las ideas tan claras en su concepto que escuchar su guitarra resulta el mejor antídoto para la confusión y complejidad actual de una modernidad mal entendida en gran parte del toque. En este sentido es un guitarrista de referencia, a escuchar y analizar de forma imprescindible.

Norberto Torres Cortés.-
Articulo publicado en revista “El Olivo nº 147, Enero/Febrero de 2007